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PENSAMIENTO CRÍTICO Y SECTORES DE ACTUACIÓN HUMANA

PENSAMIENTO CRÍTICO Y SECTORES DE ACTUACIÓN HUMANA

ARTÍCULO N° 02

PENSAMIENTO CRÍTICO Y SECTORES DE ACTUACIÓN HUMANA.

Mg. LUIS ARTURO LLACSAHUANGA GRANADINO

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Durante los últimos años se ha producido un gran interés en diferentes contextos sociales, por los temas vinculados al funcionamiento del cerebro y la construcción de la mente, es decir, la estructura física y los procesos que genera y hacen posible la aparición de formas de pensamiento cada vez más complejos. Se puede deducir que este interés resultó y resulta –pues sigue siendo un tema sin resolver- de la inquietud y preocupación de investigadores y maestros de cómo generar nuevas estrategias educativas que contribuyan al desarrollo de habilidades que requieren las nuevas generaciones para afrontar con éxito el mundo de incertidumbres generado por los cambios sociales y el progreso tecnológico.

En el campo de las organizaciones, en el mundo se exige cada vez más contar con trabajadores que cuenten con habilidades para la comunicación, resolución de problemas, para el trabajo en equipo, gestionar la propia formación y tener una actitud favorable hacia el aprendizaje. En resumen, señalan que lo que se pide a los trabajadores del futuro tiene que ver no tanto con lo que saben, sino con sus formas de pensar y actuar, aspectos íntimamente vinculados a la criticidad y creatividad.

Considerando estos aspectos, se podría proyectar los retos que se presentan a la Escuela de hoy, en la generación de estrategias que garanticen que los alumnos logren interpretar, comprender, valorar y mantener un juicio crítico de las situaciones a las cuales se enfrentan cotidianamente; esto exige mantener un consenso respecto a la necesidad de reemplazar propuestas educativas memorísticas, repetitivas y descontextualizadas por condiciones educativas que favorezcan el desarrollo de habilidades para el pensamiento crítico creativo desde los primeros años.

 1°.       En relación a lo político.

La situación política es compleja y requiere del análisis crítico. El problema de la edificación de una sociedad justa, verdaderamente democrática, con un profundo sentido de transformación, en todos los planos, supone el desarrollo y la exposición de un pensamiento crítico y ético.

El Pensamiento y la Política siempre han estado ligados, es por ello que, se entiende que una de las traiciones más graves al pensamiento es su manipulación por parte de una ideología. Otra es la demagogia o la complacencia, lo que en textos antiguos se acusa como “adulación”, y tanto da adular al rey como al pueblo, cuando de éste recibimos el sustento.

Si entendemos por ideología a un sistema de ideas que pretende explicar el vasto universo de los seres humanos, debemos reconocer que todos, de una forma u otra, poseemos una determinada ideología. El problema surge cuando nuestra actitud ante este hecho es de sumisión, de lealtad o de conveniencia y no de rebeldía. Si no estamos dispuestos a desafiar nuestras propias convicciones entonces dejamos de pensar para adoptar una actitud de combate. Es decir, nos convertimos en soldados y convertimos el pensamiento en ideología, en trinchera, en retórica; es decir, en un instrumento de algún interés político o de alguna supersticiosa lealtad. Es en este preciso momento cuando nos convertimos en obediente rebaño detrás de la ilusoria consigna de una supuesta “rebeldía”. Los beneficiados no sólo son los arengadores de un bando sino, sobre todo, los del bando contrario.

2°.       En relación a lo tecnológico.

La tecnología puede ayudar a los estudiantes a acceder y procesar información para generar conocimiento, y comunicarlo a otros. Sin embargo, en su mayor parte, el uso de la tecnología en el salón de clase se enfoca en las etapas de acceso a la información y la comunicación de esta, y presta poca atención al componente crítico de procesar la información obtenida.

Los maestros están encontrando cada vez con mayor frecuencia, que la tecnología es útil para ayudar a los estudiantes tanto a buscar y encontrar información como a comunicar conocimiento. La tecnología facilita el acceso a mayor cantidad de información que la que se logra con los métodos tradicionales de investigación; agiliza su búsqueda y recuperación; proporciona modelos o andamios sobre los cuales organizar, seleccionar y formular ideas; y estimula y simplifica la revisión de los textos para obtener mayor precisión y efectividad.

Aunque cada etapa de la producción de conocimiento tiene características propias que lo distinguen, las etapas también están interconectadas. Los estudiantes se mueven entre estas a medida que trabajan. Por ejemplo, para que los estudiantes comuniquen de manera efectiva sus conocimientos, deben transmitir con claridad el contenido a una audiencia específica. Sin embargo, dicho mensaje requiere más que el simple acceso a los datos; estos datos se deben procesar para generar información útil. Claramente, si se descuida cualquiera de las fases del proceso, las otras también se verán afectadas.

A pesar de la interdependencia existente entre las etapas, es muy frecuente que el uso de la tecnología en el salón de clase se enfoque solamente en las fases de obtención de información y de comunicación del trabajo del estudiante. Muchos maestros han descubierto los beneficios de los CD Roms y de Internet para obtener información, y los programas de computador tienen amplio uso para comunicar información a través de reportes realizados en multimedia, presentaciones en diapositivas y documentos presentados en forma de texto. No obstante, el potencial que tiene la tecnología para procesar la información y ayudar al estudiante en el aprendizaje y obtención de logros, ha sido subutilizado.

3°.  En relación a lo social.

El Pensamiento Crítico no es un hecho privado sino público. El pensamiento crítico se proyecta hacia la sociedad, en forma de conferencias, artículos o libros. No es que no pueda concebirse un pensamiento crítico estrictamente privado. De hecho, nace como tal. Pero, por su propia naturaleza, por el empeño que lo anima, que no es otro que el de oponerse a una situación, a una autoridad o a una idea, tiende a trascender la esfera privada y a manifestarse públicamente, con el fin de extender su influencia en las mentes y en las actitudes, en las maneras de pensar y de actuar. Bajo este último ángulo, no es sólo un fenómeno público, sino que, además, tiene una vocación práctica. Espolea y orienta la acción, o, al menos, lo persigue, aunque no siempre esté en su mano el conseguirlo.

Entendiendo que el pensamiento crítico es un fenómeno que es, a un tiempo, una actividad y un campo intelectual. Despliega su acción en una dirección determinada bajo el impulso de un compromiso social.

Eugenio del Río (2004), destacó tres funciones que en su conjunción generan problemas inevitablemente.

  1. a.               La primera función es asegurar una visión realista del mundo sobre el que se desea actuar y de nosotros mismos; profundizar en el entendimiento de la realidad para poder orientar racionalmente la actividad social. En este aspecto, el pensamiento crítico cumple su cometido cuando resulta esclarecedor, cuando nutre nuestra lucidez.
  2. b.               Pero el pensamiento crítico va más allá. Es un pensamiento de combate. Se espera de él que desempeñe un papel propagandístico, que ayude a luchar contra el adversario y a reforzar el propio campo social, que sea eficaz con vistas a la movilización.
  3. c.               En tercer lugar, el pensamiento crítico vive en colectividades sociales determinadas, que necesitan de él para configurar una visión del mundo y sentirse seguras y cohesionadas.

Son demandas variadas que el pensamiento crítico intenta atender simultáneamente en esos tres planos: el del conocimiento, el de la propaganda y el de la formación de identidades.

Entiendo que entre el primer propósito y los dos restantes hay una relación conflictiva. Un buen conocimiento de la realidad, una visión lúcida de las cosas, no contribuye necesariamente a debilitar al contrario ni a conseguir que más gente se movilice contra él; ni siquiera a que nos sintamos más seguros en el universo colectivo del que formamos parte. Y, a la inversa, una acción ideológica susceptible de empeorar la posición del adversario no nos hace forzosamente más lúcidos.

De esas tres dimensiones depende que el pensamiento crítico cumpla su cometido, pero en ellas está también el origen de varios de los peligros que le amenazan.

Por ello, José Ignacio López Soria,(año) en un artículo al que tituló “PARA PENSAR CRÍTICA Y PROSPECTIVAMENTE EL PERÚ” manifiesta que la enfermedad que aqueja a nuestra sociedad no se agota en sus síntomas visibles: pobreza, inequidad, inseguridad, corrupción generalizada, ineficiencia administrativa, incredulidad y  desconfianza con respecto a las instituciones, etc.  Tiene también que ver con algo de lo que no nos gusta hablar: la falta de vinculaciones sociales duraderas, solidaridades profundas, lealtades permanentes, identidades y pertenencias abiertas al diálogo, reconocimiento del otro,  reconciliación con nuestra historia, asunción de la diversidad, etc.  Todo lo cual apunta a la carencia de socialidad, una socialidad que no hemos sabido construir, a pesar de siglos de vivir juntos, y que no nos atrevemos a pensar porque el pensarla críticamente nos obligaría a tomar conciencia de la defectuosidad del diseño y de la endeblez de la estructura de nuestra convivencia. 

Si queremos de veras vivir dignamente juntos, se impone, pues, la necesidad de pensar y de construir esa socialidad. Se requiere  –para expresarlo en términos que nos vienen de nuestra propia tradición discursiva- reformular “la promesa de la vida peruana” (Basadre), aunque para hacerlo tengamos que despedirnos de esa misma  tradición y aventurarnos por terrenos sembrados de inseguridades. 

 

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